Acuerdo entre Cardenal Damasceno y padres de menores en los Heraldos del Evangelio: Un “parte jurídico de tranquilidad”

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Acuerdo entre Cardenal Damasceno y padres de menores en los Heraldos del Evangelio: Un “parte jurídico de tranquilidad”

Gaudium Press habló con dos de las madres de familia que participaron del proceso conciliatorio con el purpurado en la Cámara de Comercio de Bogotá.


El acuerdo conciliatorio alcanzado en Bogotá, Colombia, el pasado 29 de septiembre, entre el Cardenal Raymundo Damasceno Assis y los padres y madres de familia que están asociados a los Heraldos del Evangelio en torno al tema de los colegios, parece haber traído paz y tranquilidad en una problemática que se viene manifestado como una delicada controversia, una más, de las no pocas que perturban hoy la sociedad eclesial y civil.

Como fue bastante noticiado en diversos medios católicos, el 22 de junio pasado, el Cardenal João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, decidió que “todos los menores de edad admitidos a cualquier título en la Asociación Privada de Fieles Heraldos del Evangelio deberán volver a vivir con sus familias y ser confiados a los respectivos padres”. Esta decisión fue comunicada el 10 de agosto por el Comisario de los Heraldos, Cardenal Raymundo Damasceno Assis, quien así cumplía la decisión del Cardenal prefecto.

¿La motivación de una tan extraordinaria y radical medida? “Prevenir cualquier situación que pueda favorecer posibles abusos de conciencia”, incluso “plagio contra menores”; la existencia de familias “excluidas de la vida de sus hijos”; contacto con los padres “no suficientemente garantizado”; “disciplina excesivamente rígida practicada en las comunidades de los Heraldos del Evangelio”. Todos estos factores serían muy serios si fueran reales, y deberían preocupar primeramente a las familias de los menores.

Reaccionan los propios padres de familia

Sin embargo, en breve lapso de tiempo emergió una realidad muy diversa. En efecto, perplejidad y enfado por la radical medida provinieron de los propios padres de los menores afectados directamente por el “decisum” del Prefecto de los Religiosos. Ellos querían e incluso exigían que los Heraldos continuasen ejerciendo sus actividades educativas, como venía sucediendo hasta ahora, en perfecta armonía con fundaciones y colegios de orientación católica.

Fue en este sentido que, en Brasil, la Asociación de Madres y Padres de Heraldos Estudiantes (AMPARE) dirigió una Carta Abierta al Cardenal Braz de Aviz, como medios católicos tuvieron ocasión de noticiar:

En dicha Carta, los padres exponían al purpurado la dificilísima situación que estaban viviendo y pedían que no fuera obstaculizado el derecho de sus hijos a “seguir el camino que escogieron y ¡que nosotros bendecimos! ¡Ellos tienen el derecho de permanecer en sus círculos de amistad!”

Asimismo, las familias interesadas organizaron una recogida de firmas que rápidamente alcanzó los 2.583 padres y madres de los menores en apoyo al pedido de AMPARE, sumándose a la Carta Abierta en la que se afirmaba que la medida en cuestión violaba el “derecho natural” de los padres sobre la educación de sus hijos, y quebrantaba la legislación canónica y civil que “garantiza el ejercicio del poder familiar”, o la patria potestad, en lo que se refiere a la educación de sus hijos. La Carta Abierta, con las respectivas firmas, fue presentada en la Santa Sede el pasado 2 de septiembre.

No obstante, algunos padres buscaron otros canales para defender lo que consideraban sus derechos conculcados: en varios países se iniciaron acciones judiciales para tutelar esos derechos.

En el caso de Colombia, algunos de ellos citaron al Cardenal Damasceno y al representante de los Heraldos del Evangelio a una audiencia de conciliación ante la Cámara de Comercio de Bogotá, entidad habilitada por ese estado para la consecución de acuerdos que eviten procesos de carácter civil o penal. Gaudium Press conversó con dos de las madres que participaron de esa conciliación, en la cual se llegó a un acuerdo satisfactorio.

La señora Sonia Peña Espitia fue una de ellas. Esta madre de familia y economista tiene dos hijos en estos colegios, y ambos se alojan en casas de los Heraldos del Evangelio.

Testimonio de dos madres de familia

Cuando conoció el decreto que obligaba a los menores a salir de las casas de los Heraldos, tuvo sentimientos de “indignación” e “impotencia”. La hija de la Sra. Sonia ya lleva seis años en el colegio, y su hijo cinco años. Cambiarlos de institución hubiese sido algo más que traumático para los indefensos jóvenes.

Dice que la educación ahí impartida es “profundamente católica, donde prima la preservación de la inocencia de los niños”. Además, la “parte académica es muy buena, con los mejores profesores”, y agregó que lo mismo se puede decir “del enfoque en el desarrollo de la parte musical y los idiomas”. Los niños son custodiados por “personas íntegras”, resaltó.

“Aprovechamos que los Comisarios de los Heraldos, el Cardenal que había firmado el decreto sobre los colegios, estaban aquí en el país, y solicitamos un proceso de conciliación”, cuenta la Sra. Sonia. “Se nos estaba vulnerando, como padres, el derecho de patria potestad que tenemos sobre nuestros hijos. (…) Y todo ello sustentado en informaciones inescrupulosas y sin fundamento ni jurídico, ni legal, ni real”. “Nosotros solicitamos que nos fuera aclarado, que nos respondieran, o nos mostraran, en caso de que tuvieran pruebas de lo que estaban asegurando en el “Decreto” del Cardenal Braz de Aviz.

Finalmente, en el acta de conciliación, equivalente a una sentencia judicial, “Su Eminencia el Cardenal Damasceno firma el documento donde dice que efectivamente no hay ninguna información con respecto a que alguna familia que tenga sus hijos en los colegios esté hablando de que exista una ‘disciplina rígida’, o que exista algún abuso. No existe, no hay ninguna prueba, no es un Decreto que pueda ser vigente en Colombia”.

Según la Sra. Sonia, se estaba afectando también a la reputación de las familias con hijos en estos colegios, se perjudicaba la credibilidad de los donantes y el propio buen nombre de los colegios. “Nuestra expectativa, cuando hicimos la convocatoria a la conciliación, era que se reconociera que efectivamente ese Decreto no era válido: primero, porque no se fundamentaba en ninguna verdad; y, segundo, porque siendo los colegios de ámbito civil, el Decreto no aplicaría dentro de nuestras leyes colombianas”. La firma del acuerdo de conciliación fue “un parte de tranquilidad muy grande para poder responder tanto a los profesores del colegio, a los donantes, como a las asociaciones que hacen parte de los colegios, y una tranquilidad también para las familias, pues sus hijos pueden seguir teniendo la formación integral que hoy tienen”, concluye la Sra. Sonia.

En el mismo sentido se manifestó la Sra. Yulieth Velásquez González, psicóloga especializada en el área organizacional. Ella también participó de la audiencia de conciliación realizada en la Cámara de Comercio de Bogotá, en calidad de madre de menores que frecuentan la formación educativa con la que cooperan los Heraldos del Evangelio.

Afirmó la Sra. Yulieth a Gaudium Press que son particularmente algunas características del carisma de los Heraldos, presentes en los colegios de su inspiración, las que motivan el deseo de que sus hijas “estudien y reciban esa educación”.

Cuando se alcanzó el acuerdo en la Cámara de Comercio de Bogotá, quedaron ratificadas en el espíritu de la Sra. Yulieth varias certezas: “Nosotros íbamos completamente convencidos de que el resultado iba a ser este. Porque cuando somos conscientes de que las cosas están bien, que no estamos haciendo nada malo, que no estamos escondiendo nada y que las cosas se hacen de una manera correcta, uno tiene la certeza de ello”.

“Teníamos conciencia de que el Decreto no era aplicable a las leyes colombianas”, afirma. “Al final fue satisfactorio: se hizo justicia. Se pueden hacer las cosas bien, no desde un punto de vista triunfalista, sino de cómo deben ser las cosas”.

La Sra. Yulieth considera que, tras la conciliación, las partes que firmaron el acuerdo demostraron satisfacción, tranquilidad. “Yo creo que el acuerdo de conciliación sentó un precedente a nivel mundial, en el sentido de que se entienda que nosotros no podemos tener una actitud pasiva frente a las injusticias. Si bien nosotros, en general, en la Iglesia somos personas afables, dóciles, no podemos ser dóciles frente a la injusticia. Tenemos que responder de esta manera. Hay que defender la Fe. Yo creo que estamos en un momento de sentar postura”.

El acuerdo tiene valor de «cosa juzgada»

De acuerdo con la legislación colombiana, el Acuerdo obtenido en el Centro de Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá el pasado 29 de septiembre, que lleva la firma de Su Eminencia el Cardenal Damasceno y de la Sra. Sonia Peña, hace cosa juzgada, es decir, no se puede volver a tratar este tema en controversia. Tiene además fuerza vinculante porque obliga a las partes a cumplir las disposiciones allí acordadas, y presta lo que se conoce como “mérito ejecutivo”, es decir, si una de las partes incumple el acuerdo, la otra puede recurrir al sistema judicial para que se cumpla su derecho.

En su parte esencial, este Acuerdo establece que “el DECRETO Nº 29/2021 [relativo a los menores alojados en casas de los Heraldos] no afecta, no aplica, no obstruye o impide el desarrollo educativo” de la labor de los Colegios Alcázar Campestre y Pilares del Castillo en cooperación con los Heraldos del Evangelio de Colombia.

Fuente: Gaudium Press

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