Por ser el mayor de los varones santos de la Historia, San José goza, en el Cielo, de una audiencia especialísima y de gran poder de intercesión en favor de los que a él recurren.
La Iglesia recomienda vivamente la práctica de la confesión frecuente, no sólo de los pecados mortales -que deben confesarse cuanto antes -sino también de los pecados veniales, es decir, leves.
Este título puede parecer algo desconcertante ¿Establecer una relación entre Eucaristía y promoción social, cosas tan dispares? Descifremos el “enigma”.
En estos momentos, en que la civilización material nos deslumbra, nada mejor que entrar en el camino cuaresmal, pidiendo a Cristo Jesús, por la mediación de su Santísima Madre, que penetre en nuestros corazones.
Al inicio de la Cuaresma el cortejo de los pecadores entraba por el fondo de la iglesia rezando el «Miserere». No obstante sofocados interiormente por la culpa, se sentían al mismo tiempo alentados por la promesa del propio Juez.
El 11 de febrero de 1858, en la villa francesa de Lourdes, en las márgenes del río Gave, la Virgen Santísima manifestó su profundo amor hacia nosotros.
El viento está en su contra y el mar embravecido favorece a sus enemigos. La Iglesia siempre tendrá días difíciles. ¿Cómo actuará en estas circunstancias?
Ante un proceso que parece avanzar triunfalmente hasta su siniestra culminación, la Providencia suscita una reacción irreversible como instrumento para el triunfo final del Inmaculado Corazón de María.