Sedientos de gloria humana e incapaces de aceptar el Reino de Dios que les era ofrecido, los enemigos de Nuestro Señor Jesucristo terminaron por crucificarlo… propiciando así su verdadero y perenne triunfo.
Por ser el mayor de los varones santos de la Historia, San José goza, en el Cielo, de una audiencia especialísima y de gran poder de intercesión en favor de los que a él recurren.
Su semblante y sus gestos revelaban la mansedumbre del alma pura, la paz de espíritu y la alegría del deber cumplido. Resplandecía en ella la altanería sin pretensiones de quien se ha inmolado por entero y sólo tiene delante la muerte y la eternidad.
En el misterio de la Visitación contemplamos el primer anuncio de la Mediación universal de María Santísima, por la cual su divino Hijo renovará próximamente la faz de la tierra, con un incendio de gracia y de misericordia.
La liturgia del Miércoles de Ceniza nos presenta un decisivo choque entre los embajadores de Cristo y los del demonio, que tiene como campo de batalla […]
En el momento de su aparente humillación, Jesús manifiesta la magnificencia de su realeza y desvela el horizonte de sus intenciones con relación a la humanidad. […]