“Estemos atentos, Dios nos indicará siempre donde está la Iglesia verdadera”
Dios siempre enfoca los faroles hacia dónde está la verdad. Dios nunca abandona sus criaturas, Él es la bondad. Y, no hay una persona que pueda decir: – yo me perdí, perdí mi alma y fui al infierno porque no sabía dónde estaba la verdad, y entonces abracé el mal sin saberlo. Esto no va a suceder, porque Dios indica el camino para todos; para todos Él nos da un farol.
Aún siendo pueblos extremadamente distanciados de la propia Iglesia; todavía hay pueblos que están en las tinieblas del paganismo, no obstante en todos los corazones Dios inscribió la Ley natural. Lo mínimo que todos tenemos que hacer, es cumplir con aquello que la Ley natural nos indica. O sea, los Diez Mandamientos de la Ley de Dios no son arbitrarios, ellos están escritos en el corazón del hombre, y quien sigue esos mandamientos se salva.
Conocemos en la historia del Brasil un indio, que en la época del Padre Anchieta, practicó la Ley natural y, estando ya con cierta edad, tuvo una visión, por medio de un ángel enviado por Dios, que le avisó que se encontraría una persona vestida con una túnica negra, que lo bautizaría. El ángel le explicaría qué es el Bautismo, siendo de este modo instruído por el propio Dios.
¿Por qué sucedió así? Porque el nativo siguió la Ley natural y recibió la gracia de encontrarse con el Padre Anchieta, que a su vez había recibido la revelación que se encontraría con él. El sacerdote jesuita le comenzó a explicar en qué consiste el Bautismo, a lo que el habitante de las selvas le respondió: “yo ya conozco todo esto, ya me fue explicado”. El Padre Anchieta lo bautizó y al poco tiempo el indígena, falleció.
Pues bien, él tuvo la gracia de ver ese farol, farol que siempre ilumina y, aunque estemos en medio de una tempestad y habiendo un farol encendido, él nos indicará el camino. ¡Este farol es puesto por Dios!
Quien sigue los Mandamientos, quien conoce la Iglesia y busca ese farol, que procura los Sacramentos y practica aquello que Dios manda, no será desamparado y no se condenará. […]
Todos somos llamados a la santidad, desde que tengamos fe en Nuestro Señor Jesucristo y sigamos lo que nos pide, nos salvaremos.
Quien es impuro y no quiere seguir el 6° y 9° Mandamientos de la Ley de Dios, que no quiere seguir la pureza y lleva una vida disoluta, no conoce ese farol. Mientras que, quienes llevan una vida de pureza, de gracia, de frecuencia de los Sacramentos, esos van a reconocer siempre donde está Nuestro Señor Jesucristo. Y de este modo, ellos tendrán la gracia de reconocer donde está la verdadera Iglesia, donde está el farol que guía la humanidad; y estarán siempre atentos.
Este año veremos descender el Espíritu Santo sobre la verdadera Iglesia y, a pesar de ser ella inmortal tiene manifestaciones mayores y menores. Así pues, aunque en la parte humana haya fallas, la Iglesia es una institución divina, inmortal. Siempre habrá santos, siempre habrá personas que indiquen donde está el estado de gracia, donde está la verdadera Iglesia, aún en medio de una persecución. […]
Se trata entonces, de estar bien atentos para discernir donde está la verdadera Iglesia, y tener la decisión de decir ¡”voy a ser fiel a la Iglesia verdadera, la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo”!
Pidamos la gracia de no dejarnos engañar por falsos profetas, por personas que quieren mostrar una falsa iglesia, una falsa doctrina católica, un falso camino, porque ese no es el verdadero farol.
¡Tengamos la adhesión plena, a quien veamos sea el verdadero farol en nuestros días!