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Hamás, Israel y Fátima

Tras el ataque a Israel, ¿qué perspectivas se abren para la humanidad?

La última semana ha estado marcada por la barbarie del terrorismo de Hamás en Israel, con más de mil personas asesinadas, y la respuesta judía que ya se torna internacional con los ataques en el Líbano y Siria, en lo que ya se vislumbra la posibilidad de un conflicto de proporciones mucho mayores.

Un piloto que parecía durmiente se ha encendido, ha prendido fuego, y amenaza con provocar incendios en todo el globo, si es que no incendia el globo.

A medida que se conocen detalles de lo que fue el ataque de Hamás, el espectador no deja de sorprenderse con la crueldad: niños decapitados, granadas lanzadas en albergues civiles, familias buscadas y masacradas en sus casas. Incluso circulan noticias de que la orden habría sido asesinar a cuantos civiles fuera posible: una crueldad con visos satánicos, que recuerda actos de barbarie de los comunistas en 1936, en España; Pol Pot en Camboya, y otros de ese género.

En declaraciones recientes el Cardenal secretario de Estado vaticano Pietro Parolin ha reconocido el derecho de defensa de Israel pero también ha recordado que la legítima defensa exige la proporcionalidad, más cuando hay civiles implicados. Es decir, la respuesta de Israel no puede ser algo como una bomba nuclear por más que algunos quisieran. Sin embargo, la crueldad negra y ensañada del ataque de Hamás, parecería pensada justamente para generar una respuesta brutal, que a muchos podrá parecer desproporcionada, como la realidad del traslado de un millón de civiles del norte al sur de Gaza, mientras se desarrolla la operación israelí por tierra.

Se pregunta el observador: ¿Qué pensaban los que dirigen Hamás? ¿Que no se desencadenaría una respuesta también brutal por parte de Israel con la consecuente indignación de numerosos sectores de opinión pública mundial? Es muy difícil que no lo hubieren pensado así. Por lo que uno se pregunta si lo que ellos deseaban era justamente lo que está ocurriendo, que es el re-encender de un conflicto con repercusiones mundiales, con manifestaciones encontradas pro-palestinas y pro-israelíes prácticamente en todo el orbe, posicionamientos que probablemente se intensificarán en animosidad en la medida en que avance la ofensiva israelí.

Y a partir de ahí, sí, la fragmentación del mundo en dos grandes bloques, velados o declarados, pro-palestino y pro-Israel, con la particularidad de que en varios de los Estados pro-Israel ya vemos nutridas manifestaciones en favor de Palestina. Y es normal, pues quien piensa en los millones de habitantes musulmanes que hay en países como Francia, Alemania, Inglaterra o España, no los imaginaría nunca teniendo simpatías por Israel.

Es decir, lo ocurrido en un área muy pequeña del globo (justo donde vivió, murió y resucitó Cristo) en una semana ya ha implicado a toda la Tierra, y es un acercarse más a un conflicto de proporciones apocalípticas, como el que se ha ido haciendo factible con lo ocurrido en Ucrania. Pero con la especificidad de que un lado, el pro-Israel, está debilitado en ese apoyo pues una parte significativa de su opinión pública mira con simpatía la causa palestina, a diferencia del apoyo casi compacto que en ese bloque hay por la causa ucraniana.

Algunos analistas se preguntan incluso, si EE.UU. y las otras potencias de Occidente -implicadas ya en el apoyo a Ucrania- estarían en condiciones de ofrecer un apoyo efectivo a un Israel no luchando solo contra Hamás o Hezbollah, sino contra un amplio bloque musulmán unificado y otros apoyos. Y algunos ya están respondiendo que no.

Por esto, parecería del mayor interés de Israel (y de Occidente) evitar a toda costa que se constituya ese bloque, lo que podría ocurrir si su intervención en Gaza adquiere las características de una respuesta desproporcionada, con visos o apariencia de odio racial o religioso, que incluso sirva de justificación para un terrorismo a mayor escala precisamente al interior de las potencias occidentales. Veremos como trascurre el asunto.

***

En medio de este panorama, es muy significativo lo que ocurrió el pasado 12 de octubre en el Santuario de Fátima, en la vigilia de la conmemoración del milagro del sol ocurrido el 13 de octubre de 1917: más de 180.000 peregrinos se congregaron en el santuario, para pedir por la paz en Ucrania y Tierra Santa. Es decir, en el momento en que todo se tensiona, el mundo católico se acuerda de la Virgen de Fátima, y por tanto del mensaje de Fátima…

Es comprensible.

La Virgen en Cova de Iria habló de guerras, de persecuciones a la Iglesia, al Santo Padre. Y cuando un conflicto de gran escala asoma, pues el mundo católico se acuerda de Fátima.

De hecho, a los hombres de fe, no nos queda otra, sino recurrir al amparo de la Virgen, sabiendo que esto es lo más importante. Pues es Ella quien gobierna la Historia con su gracia, es Ella la administradora de la gracia divina, y es la gracia la que dirige la Historia.

La gracia construyó la mayor civilización de todos los tiempos, que no es la romana sino la civilización occidental y cristiana. La gracia impidió que esa civilización sucumbiese con Carlos Martel en Poitiers, en las Navas de Tolosa, en Lepanto, y en tantos otros momentos.

Es tan fuerte la acción de la gracia de la Virgen, que incluso en Fátima Ella anunció su triunfo: “Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará”.

No será el triunfo de la decadencia moral de Occidente, sino el triunfo de Ella. Que ocurrirá indefectiblemente, aunque para llegar a ese momento haya que pasar por las puniciones reparadoras y purificadoras que Ella también anunció en Fátima.

Por nuestra parte, no nos queda otra, sino pegarnos de Ella.

Por Saúl Castiblanco

Fuente: Gaudium Press

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