¿Qué está pasando en el mundo? ¿Cuál el motivo de lo que ocurre? ¿Cuáles serán las consecuencias?
“Vuestra divina ley es transgredida, vuestro Evangelio abandonado, torrentes de iniquidad inundan toda la tierra, la impiedad está sobre el trono, vuestro santuario es profanado y la abominación está hasta en el lugar santo”.
Si hacemos un recorrido de lo acontecido en el mundo en los últimos meses, quedará conmovido nuestro modo de pensar y de vivir. No habría espacio en un artículo para dar a conocer tantas informaciones. Lo haré resumidamente, con algunos hechos que ocurren en estos momentos en el universo todo.
Una pandemia que dejó 6,3 millones de muertos, enfermos crónicos y sus efectos psicológicos.
Una guerra -que podrá desembocar en Tercera Guerra Mundial-, consecuencia de la invasión rusa a Ucrania. Noticias, fotos y vídeos terribles nos llegan a todo instante. Mariúpol, ciudad convertida en un gran cementerio y reducida a escombros, con miles de personas asesinadas u obligadas a huir. “Una tierra arrasada», señala el arzobispo primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk: “Ucrania está ardiendo. Ucrania está en llamas”.
El hambre. Una crisis alimenticia podrá ser consecuencia de la guerra en Ucrania, considerada granero del mundo, quinto país exportador de trigo, entre otros. En Alemania, el Ministerio de Interior recomienda hacer acopio de agua y alimentos para diez días ante una posible crisis de suministros, “porque la situación es realmente grave”. La ONU teme “un huracán de hambrunas”, sobre todo en países de África.
Las catástrofes naturales o cambios climáticos llaman la atención en su aparecimiento, variedad e intensidad. En España mayo ha sido el más caluroso desde 1961. En sentido contrario, en Chile el mayor frío de los últimos 50 años. Australia con la mayor nevada en los últimos 54 años. En Japón inundaciones implicaron la evacuación de más de 300 mil personas. En Brasil provocan 120 muertos y 100 mil desalojados. México y otras naciones del Caribe, abatidas por el huracán Agatha, el más fuerte en siete décadas. Se aproxima una «ola de calor peligrosa y letal» al suroeste de EE.UU., advierte el Servicio Meteorológico Nacional.
La crisis en las familias. En la preocupante degradación de los valores fundamentales, la familia -que constituye uno de los bienes más preciosos de la humanidad en el decir de Juan Pablo II -, sufre una acometida como ninguna otra institución. Oscurecida, entre otras cosas, “por la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor libre y otras deformaciones” (Gaudium et spes, 47).
Aumento del índice de suicidios en la post pandemia. Más de la mitad de los jóvenes españoles reconocen problemas de salud mental y muchos tienen ideas suicidas, según la Fundación Mutua Madrileña y Fundación FAD Juventud. Si fuera sólo España…, desde principios de año, en los EUA, según la organización Gun Violence Archive, más de 10.000 murieron por suicidio.
No se respeta la vida de los inocentes por nacer ni de los ancianos o enfermos. La defensa de la vida parece ser cosa del pasado. El “discurso” de los derechos humanos se niega a reconocer la dignidad de la vida en todas sus etapas, desde su inicio hasta su fin, llegando a considerar con más derechos a los sanos o fuertes que a los débiles con discapacidades o ancianos, considerándolos una carga para la sociedad.
Las masacres ocurridas últimamente en el país más rico del mundo. Desde principios de año Estados Unidos ha sufrido 237 tiroteos masivos, según Gun Violence Archive. “Hay más asesinatos en masa que días en el año”, dijo el senador demócrata de Connecticut Chris Murphy. El número de víctimas de la violencia armada es aterrador. Hay 43 millones de armas en manos de cualquiera. La más reciente creencia -en aumento – entre los ciudadanos es que necesitan armas para su seguridad personal.
Tanta frecuencia de crueldad, deja perplejos. El último incidente, tan noticiado, del joven de 18 años que cometió la masacre en Uvalde, pequeña localidad cercana a la frontera de México, asesinando 19 niños y dos maestras, ha dejado paralizado al mundo. Se comienza a entrar en un “mata-mata” incontrolable. El asesino, conocido como especialmente violento, de conducta agresiva, pero más especialmente con las mujeres, procedía de una familia desintegrada. No sintió ni la sana disciplina ni la convivencia social, ciertamente le faltó la afectividad familiar.
Muchos factores habrán influenciado a que tome tan sanguinaria actitud. Difícil es trazar un perfil de los asesinos que realizan tiroteos masivos. Este individuo, por ejemplo, sin antecedentes criminales ni relación con la escuela, niños o maestros que atacó, realiza una sanguinaria matanza.
Sí es bueno resaltar que la cantidad de material violento que está a mano de la juventud, en películas o videojuegos, acaban estimulando crueles reacciones. La violencia está siendo el modo frecuente de enfrentar complejidades que se consideran sin solución.
Persecuciones a la Iglesia. Apenas una breve y trágica noticia, recientemente ocurrida y poco noticiada: más de 38 católicos fueron asesinados en un ataque perpetrado durante la celebración de una misa, en Owo, Nigeria. Disparando indiscriminadamente y haciendo estallar una bomba. Ya le llaman: “La masacre de Pentecostés”.
La disminución de católicos en América Latina. En 1970 había un 92 % de católicos. En 1995 el 80 %, ya en el 2018 descendió a un 59 %.
La crisis interna en la Santa Iglesia, en donde se proponen ideas de tipo moral o social contrarias a las enseñanzas del Magisterio de siempre de la Iglesia.
La alegría, la paz, la bondad, la mansedumbre, la pureza desaparecen paso a paso dando lugar a la envidia, la discordia, la ira, la impureza, la tristeza. Todo eso nos deja espantados, atemorizados, sin palabras. Nos hace elevar los pensamientos y clamar, como lo hacía San Luis María Grignion de Montfort, en su profética “Oración Abrasada”, de la que me atrevo a transcribir apenas unos párrafos. Encontraremos aquí el motivo de todo lo que ocurre:
“Es tiempo de actuar, Señor, han quebrantado tu ley” (Sl 119, 126), “Vuestra divina ley es transgredida, vuestro Evangelio es abandonado, los torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y arrastran hasta vuestros siervos, toda la tierra está desolada, la impiedad está sobre el trono, vuestro santuario es profanado y la abominación está hasta en el lugar santo”. A seguir preguntaba: “¿Dejaréis todo así al abandono? ¿Os callaréis siempre? ¿Soportaréis siempre? ¿No hace falta que vuestra voluntad se haga sobre la tierra como en el cielo y que venga vuestro reino? ¿No habéis mostrado anticipadamente a algunos de vuestros amigos una futura renovación de vuestra Iglesia? Amén, ven Señor Jesús” (Ap 22, 20).
Se condolía el santo de ver a Dios “todos los días tan cruel y tan impunemente ofendido”. Por eso implora, al final de su oración: “¡Señor, levantaos! ¿Por qué parecéis dormir? (Sl 44, 24). Levantaos en vuestra omnipotencia, vuestra misericordia y vuestra justicia, para guardar vuestra casa, para defender vuestra gloria y salvar nuestras almas, para que no haya más que un rebaño y un pastor, y que todos os rindan gloria en vuestro templo. Amén”.
¿Cuáles podrán ser las consecuencias?: pues, las estamos viendo y viviendo: “Guerra, hambre, persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre, varias naciones serán aniquiladas”, nos dice el Mensaje de Fátima. ◊