María, Tabernáculo vivo
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Rosario: ¡una devoción de lucha!
Rezar el rosario, meditar el rosario, portar el Rosario, que la resurrección de los muertos nos encuentre con el Rosario en la mano.
Nuestra Señora del Rosario: ¡hermosa la advocación! El Rosario hace de María Santísima la gran fuente de inspiración de nuestra meditación y el objetivo inmediato de nuestra oración durante la meditación.
Por esta especialísima atención a la Virgen, el Rosario es la devoción mariana por excelencia. Fue revelado por la Santísima Virgen a Santo Domingo de Guzmán, que luchaba contra una “lepra” que infectaba el sur de Francia, con penetraciones en la costa mediterránea de España: la herejía albigense. Para vencer esta herejía, Nuestra Señora reveló el Rosario, que se convirtió así en el símbolo de su alma ortodoxa y devota.
Hubo épocas en que el rosario colgaba de los hábitos de casi todos los religiosos, estaba en el bolsillo de todos los católicos, e infinidad de personas fueron enterradas con él en la mano. Cuando se quería simbolizar la piedad, este símbolo era el Rosario.
¿Qué es el Rosario?
En resumen, el Rosario es una composición de meditaciones sobre la vida de Nuestro Señor y de su Madre, añadidas a oraciones vocales. Tal conjunción —de oración vocal y mental— es verdaderamente espléndida, pues mientras se pronuncia una súplica con los labios, el espíritu se concentra en un punto. Así el hombre hace en el orden sobrenatural todo lo que puede. Porque por sus intenciones se une a lo que pronuncian sus labios, y por su mente se entrega a lo que su espíritu medita.
Mediante esta forma de oración, el hombre se une íntimamente a Dios, sobre todo porque esta conexión se realiza a través de María, Mediadora de todas las gracias.
Alguien podría preguntar: “¿De qué sirve orar en voz alta a Nuestra Señora mientras se medita en otra cosa? ¿No podría ser algo más simple? ¿No sería más fácil meditar primero y luego rezar diez Avemarías?”
La respuesta es muy simple. Cada misterio contiene, en sus detalles, elevaciones sin fin, que nuestro pobre espíritu trata de sondear… Ora, para hacerlo con toda perfección, precisamos ser auxiliados por la gracia de Dios, y tal gracia nos es dada por el auxilio de Nuestra Señora. En otras palabras, se pronuncia el Avemaría para que la Santísima Virgen nos obtenga las gracias para meditar bien.
Esta devoción contiene una enorme fuerza y sustancia; ella no está hecha solo de emociones; por el contrario, es seria, llena de pensamiento, con razones firmes. Ella constituye la vida espiritual de los católicos.
El santo rosario
¡Vale la pena señalar que Nuestra Señora, siendo excelsa Reina, tiene derecho a establecer sus preferencias! Y Ella quiso elevar esta devoción por encima de las demás, repartiendo gracias muy especiales a través del rezo del Santo Rosario.
Debemos pedir a la Santísima Virgen la gracia de rezar el Rosario todos los días de nuestra vida. También me gustaría dar una recomendación: no dejéis nunca el Rosario, de modo que, incluso al dormir, procurad tener el Rosario a mano, de tal forma que lo sintáis con vosotros.
Así, cuando llegue nuestra última hora y nuestras manos ya no se puedan abrir ni cerrar, y sean movidas por otros que nos asisten, tengamos, como última actitud de oración, el Rosario entrelazado en nuestros dedos, para que, cuando la Resurrección de los muertos llegue y nuestros cuerpos vuelven a la vida, que entre sus dedos vivificados esté el Santo Rosario.
Debemos mirar al Rosario llenos de esperanza, y pedir a Nuestra Señora, que ayudó a los cristianos a ganar la Batalla de Lepanto, que nos conceda la gracia de la venida de Su Reino, que será también el Reino del Rosario.
¡El Santo Rosario es una devoción luchadora! Estamos en un tiempo de lucha. Pidámosle a Nuestra Señora que nos haga luchadores enteramente por Ella.
Por Plinio Corrêa de Oliveira
(Extraído, con adaptaciones, de Revista Dr Plinio)