1.- Escriben los lectores 2.- La única solución verdadera (Editorial) 3.- La voz de los Papas – “Paz a vosotros” 4.- Comentario al Evangelio – Ver, reconocer y amar al Señor 5.- “Vuestros nombres están escritos en el Cielo” 6.- Santa Catalina de Siena – Vivió en la tierra como si estuviera en el Cielo 7.- La escena del Huerto se repite… 8.- Santa Bernadette y “la necedad de la cruz” 9.- San Juan Bosco y la epidemia de cólera de 1854 – La fuerza de un varón de fe 10.- María Santísima en el misterio de la Resurrección del Señor – El triunfo de la fe marial 11.- Luces de la intercesión de Dña. Lucilia – Reflejo del maternal amor de María Santísima 12.- Heraldos en el mundo 13.- Sucedió en la Iglesia y en el mundo 14.- Historia para niños… El triste final de una envidiosa perla 15.- Los santos de cada día 16.- Proclamando en las calles la victoria de la cruz
Voz de los Papas
Fidelidad y firmeza
Deseáis sólo la paz, buscáis insistentemente la paz, pero no la encontráis: ¿por qué? Porque la buscáis donde no está y no puede estar. Nadie puede disfrutar de la verdadera paz si no se ha reconciliado con el autor de esa paz, consigo mismo y con el prójimo
Comentario al Evangelio – III Domingo de Pascua
Ver, reconocer y amar al Señor
Mons. João S. Clá Dias, EP
El propio día de la Resurrección dos discípulos deciden abandonar el Cenáculo. El divino Maestro le sale al encuentro, enseñándonos cómo debemos convivir con Él por medio de la fe y del amor
Vivió en la tierra como si estuviera en el cielo
Siendo consejera de Papas, mística y profetisa, marcó el rumbo de la Historia. Su vida, impregnada por una inefable convivencia con lo sobrenatural, se consumó en el elevadísimo vínculo de amor a Dios a través de su ofrecimiento como víctima por la purificación de la Iglesia
Plinio Correa de Oliveira
La escena del Huerto se repite…
Si perseguir a la Iglesia es perseguir a Jesucristo y si hoy también la Iglesia es perseguida, entonces Cristo es perseguido. La Pasión del Señor se repite de algún modo en nuestros días
Historia para niños… o para adultos llenos de fé
El triste final de una envidiosa perla
Éramos grandes amigas, pero poco a poco se fue volviendo amarillenta, sucia y rugosa. Dejó de ser una perla blanca como yo. Comprendí entonces de qué mal sufría aquella antigua compañera mía…
Tras presenciar los magníficos milagros que el divino Maestro había realizado, lo vieron apresado, flagelado, preterido en favor de Barrabás, levantado en el madero de la cruz entre dos malhechores y muerto ante un generalizado repudio. Esos elegidos por el Padre para ser los heraldos no sólo de la Pasión, sino también de la Resurrección, necesitaban ver al Mesías en su sagrado cuerpo glorificado. Su incredulidad, culposa o no, ha de ser tenida como extremamente ventajosa para nosotros:“Para que también vosotros creáis” (Jn 19, 35). En su sabiduría eterna e infinita, la Providencia divina había concebido a esos insuperables testigos, a esos primerísimos heraldos del Evangelio. Para nosotros vieron, fueron puestos a prueba, creyeron, escribieron. Y ahora nos ha llegado el turno de dar nuestro testimonio y, si no creemos, no tendremos excusa alguna. Estamos destinados a la bienaventuranza de creer sin haber visto para que, así, podamos entrar en la vida eterna.
( Mons. João Scognamiglio Clá Dias )
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