Una vida dedicada enteramente a la Santa Iglesia, a la Santísima Virgen y a Nuestro Señor Jesucristo

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Una vida dedicada enteramente a la Santa Iglesia, a la Santísima Virgen y a Nuestro Señor Jesucristo

Para los Heraldos del Evangelio el mes de agosto despunta siempre con una nota de especial alegría, pues en él celebramos el cumpleaños de Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, nuestro fundador.


Dicha circunstancia nos da la oportunidad de expresarle, más que en otros momentos, nuestra gratitud por su incansable generosidad en hacer el bien a las almas.

En los 78 países en los que los Heraldos del Evangelio actúan, nuestro fundador ha conquistado el corazón de innumerables personas. Sedientas de apoyo y orientación en medio del tempestuoso mar de este mundo, encuentran en Mons. João y en su obra las fuerzas necesarias para recorrer con valentía el camino de la virtud. Y, como es natural, en todas partes crece el interés por conocer su vida, compartir sus anhelos, comprender su persona y su misión.

Considerando con detenimiento la figura de Mons. João hallamos en ella un misterioso contraste. Sin dejar de ser padre bondadosísimo, siempre dispuesto a auxiliar a sus hijos e hijas, se presenta ante nuestros ojos como un varón grandioso, de dimensiones proféticas. Todo lo que ha hecho hasta ahora al servicio de la Iglesia parece ser tan sólo un prenuncio de lo que aún está por llegar.

«No puedo renunciar a mi misión de padre»

El 2 de julio de 2017, habiendo cumplido más de sesenta años de luchas en pro de la Iglesia, Mons. João presentó su renuncia de los cargos de superior general de la sociedad clerical de vida apostólica Virgo Flos Carmeli y de presidente general de la asociación privada de fieles Heraldos del Evangelio.

Espejándose en el ejemplo de aquel que mostró a la humanidad que el camino de la abnegación y del sufrimiento bien aceptado era el único que conduce a la verdadera gloria, Mons. João tomó dicha decisión teniendo en vista claramente toda la envergadura y prodigioso crecimiento de la obra nacida de sus manos, y siendo consciente de que delante del Altísimo el ser es mucho más que el hacer. Así se expresaba en aquella ocasión:

“Al dejar ese cargo, no puedo —ni lo desearía— delante de Dios, renunciar a mi misión de padre. Hago a la Santísima Trinidad, por medio de mi Señora y Madre, la Virgen María, el firme propósito de continuar intercediendo ante Dios, con mis súplicas y oraciones, por mis hijos. Seguiré estando a disposición de todos y cada uno, por conocerme constituido por Dios como modelo y guardián vivo de este carisma, que el Espíritu Santo me ha confiado”.

¿Cuál será el fin del camino?

Tras estas consideraciones, motivadas por el octogésimo tercer cumpleaños de Mons. João, cabe preguntar: ¿Cuál será el futuro de esta obra? ¿Dónde desembocará este río cuyo caudaloso curso fue iniciado por Plinio Corrêa de Oliveira y tiene continuidad en Mons. João?

No nos es dado conocer las pruebas, vicisitudes y alegrías que la Providencia nos reserva hasta el término del camino, pero no hay ninguna duda en cuanto a la meta, profetizada en Fátima por la propia Santísima Virgen: “¡Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará!”

Esta promesa está por cumplirse pronto. Quiera Nuestra Señora derramar especialísimas gracias a fin de que los Heraldos del Evangelio sean, cada vez más, un instrumento para la implantación del Reino de María, época luminosa de la Historia en la cual será hecha la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo “así en la tierra como en el Cielo.”

Con textos extraídos de Unidos en un mismo padre: Mons. João Scognamiglio Clá Dias

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