En estos días de Navidad, a menudo, la gracia nos invita a estar con Jesús en la gruta de Belén. ¿Y cuál es nuestra actitud? ¿Imitamos a los pastores que salieron corriendo para adorar al Niño Dios?
En el Adviento, tiempo litúrgico que antecede inmediatamente a la Navidad, la Iglesia motiva a los fieles a poner la nota tónica en dos virtudes a ser practicadas: la esperanza que alienta y la penitencia que duele. Porque se trata de disponerse a recibir al Niño que nace, y de celebrar en Él toda una vida redentora que va desde la gruta de Belén, hasta su Ascensión a los cielos, pasando por el Cenáculo y el Calvario.