La fama de santidad es una misteriosa acción del Espíritu Santo, por la cual un fiel recibe la moción interior de rezar por intermedio de otro bautizado. Una vez obtenido de la Providencia el favor deseado, comparte su gozo comunicando a los demás el insospechado poder de intercesión de tal o cual persona, viva o difunta.
La fuerza y la suavidad son dos cualidades que en el Señor refulgen con un brillo insuperable, en la armonía más completa. Ambas constituyen un arco gótico, cuya ojiva eleva el corazón humano a los más altos niveles.
Sedientos de gloria humana e incapaces de aceptar el Reino de Dios que les era ofrecido, los enemigos de Nuestro Señor Jesucristo terminaron por crucificarlo… propiciando así su verdadero y perenne triunfo.
Por ser el mayor de los varones santos de la Historia, San José goza, en el Cielo, de una audiencia especialísima y de gran poder de intercesión en favor de los que a él recurren.
Su semblante y sus gestos revelaban la mansedumbre del alma pura, la paz de espíritu y la alegría del deber cumplido. Resplandecía en ella la altanería sin pretensiones de quien se ha inmolado por entero y sólo tiene delante la muerte y la eternidad.
En el misterio de la Visitación contemplamos el primer anuncio de la Mediación universal de María Santísima, por la cual su divino Hijo renovará próximamente la faz de la tierra, con un incendio de gracia y de misericordia.