Llama poderosamente la atención el silencio sobre el infierno, siendo citado por Nuestro Señor Jesucristo en los Evangelios repetidas veces: “fuego eterno”, “donde el gusano no […]
Recordando los primeros tiempos de la cristianización de Europa, nos deparamos con el gran Patriarca del monacato occidental, San Benito de Nursia –cuya fiesta es el […]
Tristes acontecimientos muestran a la Iglesia Católica sujeta a todo tipo de tribulaciones: decadencia en lugares de antigua tradición cristiana, persecución en zonas de misión. En medio de las tempestades está viva y se fortalece, porque el poder el infierno nunca podrá vencerla.
Por ser el mayor de los varones santos de la Historia, San José goza, en el Cielo, de una audiencia especialísima y de gran poder de intercesión en favor de los que a él recurren.
En estos momentos, en que la civilización material nos deslumbra, nada mejor que entrar en el camino cuaresmal, pidiendo a Cristo Jesús, por la mediación de su Santísima Madre, que penetre en nuestros corazones.
¿Cambiará nuestra existencia? ¿Trabajaremos menos tiempo? ¿Qué pasará con el arte, literatura, la docencia? ¿Conviviremos con robots en un futuro no lejano? ¿Qué será del convivio humano? ¿Y nuestra relación con Dios? ¿Podría significar el fin de la raza humana?
No hay problema por más difícil que parezca: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea referente a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias, del mundo o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con la oración del Santo Rosario.
“Estamos ante una profunda crisis de fe, ante una pérdida del sentido religioso, que constituye el mayor desafío para la Iglesia de hoy”, afirmaba el Papa Benedicto XVI.